La venganza
El plan es perfecto. No puede fallar. Es perfecto. Todos
tenemos un objetivo, el mío es asesinar al presidente, Leopoldo Fortunato. Todo
mi pueblo, todos mis amigos me van a amar. Sobre todo mi hija. Mi hija. Clara.
Lo único que me frena es no sobrevivir. Clara. A veces pienso que va a sentir
orgullo por lo que hice. Liberar al pueblo. Y eso me saca adelante. Pero
también está mi esposa Sara. Pobre Sara. No puedo creer lo que hice. Cuando,
después de un año, llegue a casa. Casi sin
marcas en mi cuerpo. No puedo creer lo que hice. Entré. No podía creer
que ya había llegado. Apenas vi la oscuridad, un recuerdo llegó a mí.
Estaba yo. Sentado. En la esquina de un cuarto oscuro. Había
estado ahí mucho tiempo. Lo sabía. Mis ojos ya se habían acostumbrado a la poca
luz. Pude abrir la puerta. Con ayuda de una ganzúa que estaba en una madera que
cubría una chimenea a mi lado. Apenas la abrí había…
-¡Papi, papi!- Era mi hija Clara. Hacía casi dos años que no
la veía. El recuerdo desapareció.
-Al fin llegaste, Tobías- Era mi esposa - ¡Te extrañé tanto!
–
Vinieron directamente a abrazarme. Ya no las quería dejar
nunca más. Nunca les conté lo que pasó. Entramos a comer la cena. Cuando Clara
dejó la habitación, no sé qué pasó. Sara me clavó la mirada. No sé por qué.
Cómo si me odiara. ¿Por qué será? No entiendo ¿Por qué las dejé? ¿No saben que
me obligaron? Yo no quise ir. Si no iba las mataban ¿Qué no entienden? Dejé
todo por ellas. Sacrifiqué mi vida ¡hasta tuve que beber mi propia orina para
no morir! Se los prometí. Prometí que iba a volver. No las podía defraudar.
Dejé pasar todo. Dejé mi furia dentro. No me quería pelear.
Fuimos a dormir
Tuve muchas pesadillas. Creo que fueron malos recuerdos. Era
yo. Estaba en la guerra. Justo cuando estaba luchando. Mire a un costado para
ver a mis compañeros. José, como un suicida, había cruzado a golpear a un
inglés que lo había amenazado. Aparecieron dos más. Decidí ayudarlo. No sé por
qué. Cuando estaba llegando me tropecé y caí. Cuando quise mirar al frente ya
no había nada. Todo se apagó. No podía respirar. Estaba asfixiado.
-¡Tobías!- Quedé sorprendido. Cuando miré a Sara su cuerpo
tenía varios moretones por todos lados. No me podía mover. Salté de la cama y
la quise abrazar para contenerla ero ella no me dejó. Le pregunté qué pasó,
quién había sido. Lo iba a matar
- Fuiste vos- quede paralizado – cuando dormíamos, vos me
agarrabas fuerte y no me soltabas, pedias ayuda. Era cómo que no podías
respirar. Quise ayudarte pero no me dejabas y me dejaste estos moretones. Me da
miedo. No sé qué pasó. Pero por favor ten cuidado con lo que le haces a Clara –
Eso era demasiado ¿amenazarme? Llego a casa después de haber
sufrido terribles cosas y lo único que hace es amenazarme con mi dulce hija
Clara. ¿Qué tiene contra mí? ¿No se dio cuenta de que yo no controlo eso? Y lo
peor fue cuando estábamos jugando, yo y mi hija, Clara había traído, súper
contenta, a sus muñecas. Apenas empezamos a jugar vino la celosa de Sara y le
dijo a mi dulce Clara que se tenía que ir a bañar ¡falsa! ¡Celosa! Solo quiere
sacármela, Clara es lo único que tengo y nadie me la va a sacar, y menos mi
esposa, solo porque estaba jugando conmigo y no con ella ¿Qué no sabe qué hace
dos años que no la veo?
Apenas dejaron la habitación decidí hacer el plan. Estaba
decidido a vengarme por todos del gobierno. Qué no había hecho nada por mí y
todos mis compañeros cuando nos secuestraron. De a poco fue tomando forma en mi
mente. El plan era este. Me invitaron a participar de un programa de
televisión, ya que yo era uno de los pocos sobrevivientes, dónde va a estar el
presidente. Me voy a presentar y con solo apretar un botón todo va a explotar.
Él, yo y muchas personas más van a caer. Pero eso no me detenía. No me
importaba sacrificarme y sacrificarlos por venganza. Con qué él muera era
suficiente.
Ahora estoy acá. En el medio del programa, esperando,
ansioso, decidido a apretar el botón. Está hablando el presidente, yo estoy por
apretar el botón. Alto. Suena mi celular, es mi esposa, Sara.
-¿Qué pasa Sara?-
-¿Papi?, vas a volver ¿no?- ¡Es Clara!
-Claro que si Clara – No sé qué decir
- Prométemelo-
No puedo decir que no –Lo prometo –
Estoy llorando.
¡Muy buen trabajo!
ResponderEliminarEl discurso psicopatológico está muy bien logrado. Las oraciones cortas funcionan y le dan un ritmo entrecortado y vertiginoso a su relato. El vaivén entre el presente y los recuerdos también está bien armado.
En las correcciones no me percaté del uso del celular que aparece hacia el final, en esa época no era para nada habitual. Quizás podría cambiarse por una llamada desde un teléfono público que Tobías hace antes de entrar al estudio.
10 (diez)